miércoles, 29 de abril de 2009

11. Cuándo y cómo utilizar los métodos participativos






Aunque la utilización de los métodos participativos dependerá, en gran medida, y como ya se ha señalado anteriormente, de diversos factores, relacionados con los elementos didácticos de la asignatura o unidad docente que se seleccione, existen algunas características que no deben ser obviadas.

La teoría de P. Ya. Galperin define diferentes etapas de los momentos funcionales de la actividad de estudio, de gran valor por las posibilidades que brinda para su instrumentación pedagógica.

La primera etapa, que debe mantenerse a lo largo de toda la actividad de estudio, es la motivacional. Aunque pueden existir motivos externos lo suficientemente fuertes como para incidir positivamente en la calidad del aprendizaje, ésta se garantiza realmente cuando la actividad de estudio está regulada por motivos internos.

La segunda etapa es el establecimiento de la base orientadora de la acción, en la que el alumno obtiene los conocimientos sobre el objeto de estudio y sobre la actividad a realizar, las acciones y operaciones que la componen, y el orden de su realización. En este momento el estudiante sólo obtiene un conocimiento inicial de la actividad, pues la asimilación de la misma únicamente tendrá lugar a través de su realización por el propio alumno y no mediante la observación de las acciones de otras personas.

En estas dos primeras etapas, que pueden enmarcarse con la denominación de Fase Preparatoria, se recomienda el empleo de métodos de enseñanza basados en problemas y la vinculación de la asignatura con el entorno, la cotidianidad, para crear en el alumno la necesidad del aprendizaje; así como la combinación de los métodos problémicos, explicativos y de elaboración conjunta para la creación de la base de orientación. Las tareas deben originar una disposición favorable hacia el objeto de asimilación, mediante la ejemplificación y descripción de la actividad.

La tercera etapa, primera de la Fase Ejecutiva, tiene lugar en el plano material o materializado. En ella el alumno resuelve las tareas realizando la actividad de forma externa, desplegando todas las acciones y operaciones que la componen con el auxilio del objeto real o de su materialización. La etapa materializada requiere un estadio inicial de trabajo individual del alumno y en acción compartida con el profesor, en la que las diferentes variantes de la enseñanza basada en problemas son las que más se adecuan. No se descarta el empleo de métodos grupales o participativos que contribuyan a la asimilación de los conocimientos, tales como situaciones o de simulación, siempre que se tenga en cuenta lo antes señalado.

Las tareas deben presentarse fundamentalmente en forma gráfica o simbólica, cuando no sea posible trabajar con el objeto real o su representación, es decir, deben ser tareas de contenido objetal en las que la acción se desarrolle de forma desplegada. Desde esta etapa deben plantearse a los alumnos tareas de tipo lógico, psicológico y con una forma de presentación directa e inversa, si se pretende que las habilidades de la asignatura se formen con un alto nivel de generalización.

En la cuarta etapa, etapa verbal o del lenguaje externo, los elementos de la actividad deben presentarse en forma verbal (oral o escrita) y se debe exigir al alumno una expresión verbal, para que las acciones se traduzcan a una lógica conceptual y se generalicen, aunque aun no están completamente automatizadas ni reducidas. Esta etapa es propicia para el empleo de métodos grupales que contribuyan a la asimilación y a la solución creativa de problemas.

Las tareas deben conducir al uso del lenguaje oral y escrito. Deben contribuir a la formación de las habilidades y cualidades con un buen nivel de generalización, mediante la transformación de la acción de su forma objetiva a su forma conceptual en el lenguaje; a la concienciación al emplear el lenguaje con fines de comunicación y argumentación del proceso de solución de las tareas y sus resultados; y a la independencia debido a que es el alumno quien valora la acción y la realiza sin apoyo externo.

La quinta y última etapa es la mental, en la que la actividad se automatiza y se reduce rápidamente para convertirse, al final de la misma, en un hecho del pensamiento. Aquí el trabajo del alumno debe ser individual y se recomienda emplear preferentemente métodos problémicos. Por otro lado, las tareas deben ejecutarse sin ayuda, pues se supone que en esta etapa el alumno es capaz de orientarse por sí mismo en el problema para darle solución, ya que debe poseer desarrollados los niveles de generalización y reflexión necesarios para ello. Deben incluirse tareas similares a las de las etapas anteriores, tareas de mayor complejidad que impliquen relaciones más numerosas y profundas, y tareas que exijan una solución creativa.

La correcta selección y utilización de los métodos y técnicas participativas demanda una sustentación en una concepción teórica y metodológica de la educación, que propicie el cambio en los papeles tradicionales de profesor y alumno y del propio proceso de enseñanza-aprendizaje. En este caso, el profesor deviene en coordinador del grupo y ejerce una función reguladora y estimuladora del aprendizaje grupal. Además del dominio de la materia que imparte, que se someterá a permanente prueba por la mayor participación activa de los estudiantes, se precisa del profesor que conozca las características específicas, ventajas y limitaciones de los métodos que utilizará.

Por otro lado, la utilización exitosa de los métodos y técnicas participativas, requiere de profesor y estudiantes la observación, durante la actividad, de las reglas de trabajo en grupo que, aunque de fácil explicación y comprensión, pueden debilitarse durante el desarrollo de la actividad. En este sentido, es importante no sólo darlas a conocer en el momento inicial, sino que su cumplimiento debe ser controlado durante todo el proceso.

Son indiscutibles las ventajas de estos métodos, en contraposición a los métodos expositivos de la enseñanza tradicional, pero no es ocioso insistir en el hecho de que se trata de instrumentos que, por sí mismos, no garantizan el éxito del proceso docente, sino que hace falta considerarlos dentro del complejo sistema del proceso de enseñanza y aprendizaje.

En muchas ocasiones consideramos que cambiando el método de enseñanza, el componente pedagógico mas relacionado con el proceso de aprendizaje, se debe lograr una modificación sustancial en éste. Sin embargo, el método debe concebirse como el procedimiento mediante el cual se organiza la actividad del sujeto, de modo de lograr la reconstrucción personal del conocimiento a través de su participación en tareas o problemas directamente vinculadas con el objeto de estudio y que respondan a una realidad profesional, pero nunca descuidando los restantes atributos del sistema.

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